DOCTRINA
LA SALVACIÓN
Por: Hno. Samuel Santiago
Conocer la Salvación de Cristo es: saber cuán finitos son nuestros
pensamientos y cuán grande puede ser el resultados de nuestras
decisiones de tal forma que nos sitúe en la responsabilidad moral
que conlleva el libre albedrío para poder comprender nuestra
necesidad de redención y otorgar esa condición al único
capaz de
limpiar el resultado de una vida entera
sin conocimiento de él.
La
salvación es una doctrina que mucha gente
comprende parcialmente, la mayoría de
nosotros tenemos ideas preconcebidas o anhelos de esperanza de los cuales nos gustaría que fueran así, de hecho, en una gran
mayoría de las personas con las que he
compartido este tema, ven la salvación
como algo tan simple creyendo que es el “abc” [En el caso de personas que nos son del todo creyentes o escépticas, contemplan esto como un asunto meramente de esfuerzos humanos,
de méritos, de comportamiento o actitudes
ante la vida y lo que les rodea, en algunos otros casos se cree que no hay
salvación, ni mucho menos necesidad de ella,
tomando como premisa el hecho de que: al no haber pecado, ni culpa por lo
tanto: no hay de que salvarnos; de antemano sabemos que esta ha sido una gran
mentira desde el principio de los tiempos y la estrategia mas monumental que ha
usado el enemigo para arrastras muchas mentes ] es por tal razón el motivo de este tratado , el adentrarnos a las escrituras para
apreciar completamente cuán grande es la obra de
cristo en nuestra “Salvación”.
Apreciaremos
como Cristo “siendo en forma de Dios...” “... se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; ” dio
hasta la última gota de su sangre para comprar las
almas de los pecadores.
En
la Biblia se describe, en su propia expresión,
cuan divina, excelsa, sublime y extraordinaria es esta “Salvación”, dando lugar a toda la trinidad como autor completo de este rescate
eterno del alma y la vida; Así comprendemos por la bendita
palabra de Dios que esta es una obra de la cual participa: tanto Dios como
Cristo y el Espíritu Santo, así mismo describe su valor tan noble, dado que Cristo, los apóstoles y las primeras iglesias sufrieron el evangelio como el centro
de la salvación, entregando todo lo que tenían a causa de negarse a mismos para lograr la obra de Dios en ellos y
la salvación de muchos. Será nuestra tarea el resumir cada uno de estos aspectos que rodean una de
las más hermosas doctrinas de la Biblia.
Que
hermoso estandarte
En mi opinión
particular esta doctrina es la más
hermosa de todas las doctrinas que podemos encontrar en la biblia, sin duda
toda la escritura es por demás poética y digna de admiración
hasta el punto de elevarla a la mayor de las estimaciones.
Mas
sin embargo, como ya lo decíamos antes, la Salvación es una doctrina hermosa siempre llena amor y compasión que puede quebrantar corazones, derrumban murallas de argumentos,
silenciar cañones de ataque, apaciguar reacciones de afiladas
palabras y cambiar vidas completas, cuando se asume su fundamento como el
principio y fin de la integridad de la vida.
Me
colma el corazón al enseñar
esta doctrina y aún más al tratar de comprender su profundidad, escudriñando conceptos como el pecado, el arrepentimiento, la fe, la justificación, la regeneración y todo lo que engloba la
transformación a “una nueva criatura”. Así como para aquellos que emprenden el camino del predicador evangelista,
les es motivo de toda pasión y compasión el perseguir la salvación de
las almas, “anhelando que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento”; así es mi oración, que cada estudiante de
esta doctrina vea la importancia y valor de tan grande misterio, como lo es la
salvación, y tome así mismo, el resultado de encaminar vidas a los pies de cristo, como su
estandarte.
Una
salvación ardiente
Los predicadore de la
antigüedad se han destacado por su predicación, la cual se centraba, dentro muchos otros temas de la sana doctrina,
en la salvación de los perdidos, de los cuales podemos
mencionar Juan Wesley, Charles Spurgeon y Dwight L. Moody, Savonarola, John
Wesley, Billy Sunday, Carlos Finney y otros más que
mantenían una predicación ardiente hablando de la salvación de
cristo.
Wesley dijo: "Si el predicador
está ardiendo, los demás
vendrán para ver el fuego”,
Spurgeon declaró en cuanto a la necesidad de poder:
"Necesitamos hombres ardiendo al rojo
vivo, que irradien el fuego con tan intenso calor; que no podamos siquiera
acercarnos sin sentir que nuestros corazones se están quemando; hombres como relámpagos lanzados de la misma mano de Jehová, despedazando estrepitosamente cada cosa que se opone en
su camino, hasta que llegue a su blanco; ¡hombres
impulsados por la Omnipotencia!"
Solo
es una pequeña parte en la que estos hombres de Dios
comparten cuan ardiente puede ser el mensaje de la salvación cuando alguien se deja usar por el Espíritu
Santo; y es en esta doctrina que podemos comprender aquellos pasajes donde la
Biblia llama “ ...a sus ministros, llama de fuego” (Heb
1:7) o aquel donde dice “... él os
bautizará en Espíritu
Santo y en fuego ” (Mat 3:11); dándole a la predicación “Evangelística” ese elemento ígneo que hace arder el corazón del pecador y que puede consumir por completo el del predicador, al
exponer este, las malas noticias de la condición
humana con lágrimas en la voz y muchas de las veces
con lágrimas en el ojo por el dolor que causan
las vidas atrapadas en mentira; buscando en su predicación hacer sensible al corazón,
la condición real de su existencia, dándole cuerpo y nombre a su
pecado, pero de tal suerte que al contemplar tan horrendo espectro de maldad, se
eleve, por la obra Divina, su espíritu
en contemplación de la verdad, del bien y la belleza
que engendra en el alma aquel placer espiritual, puro y desinteresado que causa
la libertad y el perdón de sus pecados a los pies
del Justo y Santo Salvador Jesucristo.
Una
vez que comprendemos la esencia de la doctrina de la salvación, podremos justificar las vidas de aquellos hombres que sufrieron tan
horrendos castigos por la santa causa del evangelio, y esto se debe tan solo a
que estaban consumidos en el calor del perdón de
Cristo y el fuego de su salvación; el tomar así, una brasa del fuego del altar de Dios, y dejar que consuma nuestro
corazón para poder pasarla a otra alma, fría en los placeres temporales de este mundo, nos dejara salir de las garras
que asfixian un espíritu en dedicación a Dios...
Retomando
el tema doctrinal que trataremos en este texto, debemos comprender entonces el
sentido completo en que las escrituras nos expresan tal magna obra, y uno de
estos aspectos es como comprende el Género
humano la Salvación.
EL
LADO HUMANO DE LA SALVACIÓN
Mi
ley en la mente y corazón de ellos
Las
acciones y las decisiones que tomamos los seres humanos impactan nuestro presente
así mismo también nuestro futuro, del cual solo Dios tiene control. A pesar de la
finitud de nuestros pensamientos nos hemos dado cuenta a lo largo de la historia
que tan influyente puede ser una postura o un argumento así como el tomar una decisión en
base a ello.
Para
conocer el punto central de la consecuencia de nuestras decisiones, necesitamos
retomar un concepto tan antiguo y complejo como lo es “La Ley”
; esta idea es tan antigua como lo es la sociedad misma, comprende la
valoración de las acciones y el resultado de
tales acciones con relación a la justicia y el
derecho; La justicia siempre de a cada uno lo que es debido y le otorga al
individuo un código de virtud lícito; en otras palabras el concepto de “LEY” siempre es imparcial y engloba la operación y el resultado , así que: acusa al infractor de la ley, pero ampara, protege, defiende,
cubre y salvaguarda a el resto de leales.
En
esta amplia definición vemos que los seres
humanos tenemos esa noción de norma y cumplimiento
porque son herencias de la naturaleza divina.
Nos
hizo a su imagen: “ Y creó Dios
al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y
hembra los creó ” (Gen 1:27); Él nos puso la ley en el corazón: “Pondré mis
leyes en la mente de ellos,Y sobre su corazón las escribiré ” (Heb 8:8-10).
Carlos Spurgeon
declaró, en su predicación sobre “La Ley en el corazón de los hombres”:
“En este momento tengo que mostrarles la forma en que Dios
asegura la obediencia a Su ley
de una manera muy diferente; no la
promulga con truenos desde el monte Sinaí, ni
la graba
en tablas de piedra, sino que viene a los
corazones de los hombres en benignidad e infinita
compasión, e inscribe los mandamientos de Su ley en tablas de
carne, de tal manera que son
gozosamente obedecidos, y los hombres son
convertidos en siervos dispuestos de Dios. “
Un
destello de voluntad
Creo
también que la Ley refleja la naturaleza de la
libertad y la voluntad humana, dado que las leyes son imparciales e
impersonales, se arguye que cada individuo tiene la capacidad de decidir entre
obedecer la ley o rechazarla, y esa libertad nos ha dado Dios, a lo cual
declaro en palabras del mismo Cristo: "El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra
que he hablado, ella le juzgará en
el día postrero." (Juan 12:48); "Vosotros juzgáis
según la carne; yo no juzgo a nadie... Y si yo juzgo, mi juicio es
verdadero" (Jn 8:15-16) El resultado de esta decisión tan considerable definirá de
qué lado estamos ante la ley, de tal forma
que nos orille a hacer la pregunta “¿cómo me ve la ley?” y “¿en qué condición me
encuentro ahora?”; si tomamos como ejemplo el
texto de la escritura que dice: “...es
semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se
considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era” (Sant
1:23-25) nos damos cuenta que ese concepto de ley siempre nos será
como “espejo”
aunque no sea de nuestro agrado lo que vemos en Él.
Así mismo, la aceptación del concepto de ley, dio a la humanidad cierto
orden que era necesario por todos los argumentos que ya dimos; mas sin embargo,
con respecto a esto hay quienes afirman que fue perjudicial, abrumador, dando
prejuicios y temores a la existencia humana, pero, recordemos que esta ideología del mundo es bastante humanista, modernista y egocéntrica, una filosofía que pervierte lo más puro del ser humano, que exalta su humanidad, enaltece los sentidos,
las sensaciones y los placeres. Hemos de saber que: el que una persona admita
su apariencia, correcta o incorrecta, con respecto a la imparcial imagen del espejo de la ley , no le hace endeble y desprotegido , al contrario le hará un ser más consciente del valor de
sus decisiones y su actual aspecto, que darán
como resultado esa responsabilidad necesaria en todos los aspectos que se pueda
comprender el Hombre. Pero este hombre prefieren no tener un “Espejo”, aquel que acusa tan cruelmente con la
verdad, las imperfecciones del espectador, dejando al descubierto cosas que el
tal no sabía de sí
mismo; tanto la ley como el espejo redactarán implacablemente
las líneas de vida que se encuentran dentro de
su marco, tomando los detalles pero dejando de lado las ambigüedades generales que no le atañen; “Todo me es lícito,
pero no todo co viene; todo me es lícito,
pero no todo edifica. 1 Cor 10:23 ”
Un
cometido de valor
Un
grado de madurez espiritual y muy honesto sería la
responsabilidad completa, a pesar de que en el mejor de los casos, este
torrente, desembocara en la playa de de la corrección.
Hablamos
de un concepto universal y correctamente aceptado: “la responsabilidad”, que es necesario para
comprender el completo valor de nuestras decisiones así como lo es la ley; esta responsabilidad requiere de un individuo
capaz de ejercer su voluntad pero también
con cierto grado de lucidez sobre los pasos de su caminar; en otras palabras
una persona responsable es aquella que sabe cuáles
pueden ser las consecuencias de sus actos y de la misma manera puede tomar la
decisión de afrentar cualquiera que sea su
resultado.
Como
ya vimos anteriormente, todo buen juicio debe pasar por el filtro de la ley,
tal como la responsabilidad, que podrá ser
desvelada en la vida del individuo, si ha admitido la ley en su camino y a
admirado la desnudez que guarda su aspecto bajo el inmisericorde reflejo de la
ley; así que solamente ahí se ha de demostrar verdadera responsabilidad, al admitir cuán grande es la muralla de imperfecciones de las cuales somos incapaces
de remediar.
La
justicia acusara lo merecido y una madura responsabilidad lo acatará tal cual se decretado, pero, solo si algún deshonesto pretende salir invicto, tomará el camino del fugitivo y vagara sin reconocer cuán necesitado está de justicia y cuan menesteroso
es volver a su único amparo.
Por
tal motivo no podemos relativizar los actos, argumentando frases como: “El fin justifica los medios”,
necesitamos tener una base, un fundamento sobre el cual determinar lo correcto
e incorrecto; Dios nos dios estos elementos inherentes al corazón que evidencian cuán inexcusables somos delante
de Él.
“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que
seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a
ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Rom 2:1 ” La ley, la conciencia, la voluntad, la
moralidad y la razón testifican diariamente en
el corazón humano la necesidad impuesta, y el porqué de un redentor imprescindible; todo corazón gime ante la condición manifiesta por la ley, la justicia le reclama, pero la razón en
las mentes siguen acallando conciencias y buscando una moralidad relativa conforme al modelo dispuesto
por el enemigo, dejando al género humano tan desprotegido y temeroso pero
ignorante de lo que es obviedad.
“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo
ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,
el cual pagará a cada uno conforme a sus obra. Rom 2:5-6”
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